sábado, 21 de mayo de 2016

A “CIENCIA” CIERTA.


¿Por qué la luna nos persigue? ¿Por qué la Tierra es redonda? ¿Por qué el agua ayuda a sofocar el fuego? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué brilla el sol?



Estas son algunas preguntas que despiertan la curiosidad y el interés en los niños y niñas por la ciencia.

De este modo, la ciencia está presente en todos nuestros actos, aunque la mayoría de las veces no seamos conscientes de ello. Adquirir cultura científica y tener afán investigador no es más que preguntarnos «por qué pasan las cosas» y buscar las respuestas usando los medios que estén a nuestro alcance.

Comunicarse científicamente significa utilizar el lenguaje de los números, gráficos o símbolos para explicar cosas y también para explicar un problema. Es, también, entender las diversas maneras en que otras personas razonan.

Saber resolver problemas es cuestionar, investigar y encontrar soluciones a los mismos; tener la capacidad de poder pensar lógicamente, insistir buscando la solución; comprender que puede haber varias maneras de encontrar una respuesta y aplicar la investigación, con éxito, a las situaciones de la vida cotidiana.

Un día cualquiera está repleto de «cuestiones científicas» que podemos utilizar para ayudar a nuestros hijos e hijas a utilizar la razón para resolver problemas, a comunicarse científicamente para entender mejor el mundo que les rodea, y ser más críticos, más libres y ejercer una ciudadanía responsable y comprometida.

Tomando como referencia una guía proporcionada por la Consejería de Educación, os propongo una serie de sugerencias que podéis llevar a cabo desde casa:


Utiliza los recursos que nos ofrece la vida cotidiana para que adquiera el hábito de investigar, preguntándose sobre situaciones que le permitan conocer mejor el mundo que le rodea:

-¿Por qué sale el sol?
-¿Cómo suena un despertador?
-¿Qué ocurre cuando abrimos un grifo y por qué?

Potencia su participación en actividades rutinarias que requieran el uso de las ciencias y las matemáticas (medir, pesar, estimar y comparar precios de las cosas que quiere comprar).

▪ Proporciónale libros y juegos de experimentos, de estrategia o de lógica, adecuados a su edad y participa en estos juegos.

▪ Ayúdale a arriesgarse. Valora el esfuerzo de intentar resolver un problema, aunque sea difícil. Dale tiempo para explorar distintos métodos para resolverlo. Mientras trabaja, ayúdale a hablar sobre lo que está pensando y cómo ha llegado a la respuesta correcta. Pídele que haga un dibujo o un esquema para demostrar su método.

▪ Enséñale a utilizar las matemáticas mentales para hacer cálculos rápidos en tiendas, restaurantes y gasolineras.

▪ Incítalo a que diseñe o construya artilugios como juguetes, balanzas, ganchos, pulseras, etc.

▪ Proporciónale pasatiempos matemáticos, desde un simple sudoku hasta cuadernillos de juegos lógicos, que le ayudarán a ejercitar y desarrollar su inteligencia.

▪ Acuerda con tu hijo o hija un «compromiso medioambiental» que abarque desde los hábitos de alimentación hasta cualquier actividad que favorezca el reciclaje y el respeto por la naturaleza.

▪ Programa visitas a parques, museos y entornos naturales donde pueda vivir experiencias enriquecedoras.

Comparte con él o ella el tiempo que pasa frente al televisor y ordenador: busca en la web páginas sobre cómo fomentar su interés por la ciencia y las ventajas que esto conlleva, comparte un buen documental sobre la vida salvaje, el medio ambiente, las nuevas técnicas y las civilizaciones del pasado, la mente prodigiosa de los humanos, haz una visión activa de esos programas, con comentarios, preguntas e ideas que surgen mientras se ven.

No inventemos respuestas al azar. En ocasiones, debemos aprender a decir: “no lo sé, pero vamos a intentar averiguarlo”. Los adultos no lo sabemos todo, pero sí podemos investigarlo.






En definitiva, aprovechemos las curiosidades de los niños/as para seguir aprendiendo.


“Conéctate con un científico y te estarás conectando con un niño.”

Bradbury.


martes, 3 de mayo de 2016

"¿EL PORQUÉ DE LAS COSAS?"


Me parece interesante compartir un libro escrito por Carlos Reviejo que trajo una compañera vuestra hace ya unos meses a clase.




“¿El porqué de las cosas?” es el título del mencionado libro y en él se dan a conocer motivos,  razones o curiosidades sobre por qué las cosas suceden (o son) de una manera u otra.

Os dejo con algunas curiosidades. ¡Disfrutad!


1. ¿Por qué los camellos tienen jorobas?

Cuando vamos de excursión llevamos nuestra mochila llena de provisiones. Las jorobas de los camellos hacen las veces de las mochilas. Son depósitos de grasa que, en caso de necesidad, les sirven para subsistir durante largos periodos sin comer ni beber. Cuando esto sucede, sus jorobas disminuyen de tamaño, hasta casi desaparecer.



2. ¿Por qué tejen las arañas sus telas?

Es su trampa. Las hacen para cazar a los animalitos que les sirven de alimento. Fabrican la tela con una sustancia que segregan por el abdomen y que al contacto con el aire se convierte en hilos. Cuando algún insecto toca la tela queda atrapado en ella y la araña se da un festín.



3. ¿Por qué lloramos al cortar cebolla?

No es que la vida de la cebolla sea un cuento que nos haga derramar lágrimas. Lloramos porque al cortar la cebolla se libera un gas, el sulfuro de alil, que nos irrita los ojos. Las lágrimas son un mecanismo de defensa para que nuestra vista no sufra ningún daño.



4. ¿Por qué a veces se nos duermen las extremidades?

En ocasiones, en nuestros miembros sentimos unos extraños hormigueos. Entonces decimos que se nos han “dormido” los brazos o las piernas, por ejemplo.

Lo que lo provoca es un aplastamiento de forma prolongada de los vasos sanguíneos, debido a una mala postura, lo que dificulta la circulación de la sangre. Se produce, por ese motivo, una extraña sensación de adormecimiento y de pinchazos que dura hasta que se normaliza la circulación.



5. ¿Por qué se dice que todos los caminos conducen a Roma?

Eso fue en tiempo de los romanos. Cuando Roma extendió su imperio por distintos países, construyó muchas calzadas. Por ellas trasladaban el trigo, los minerales y todo cuanto podían llevarse. De una u otra forma, todos esos caminos, unos más cortos y otros más largos, conducían a Roma. Hoy lo decimos para indicar que con distintos medios podemos llegar al mismo fin. Lo importantes es conseguirlo.



6. ¿Por qué bota la pelota?

La goma es un material elástico. Si un golpe la aplasta, recupera su forma rápidamente y esa fuerza de recuperación le hace botar. Los gases también tienen esa propiedad; por eso se hinchan con aire balones, neumáticos, colchones, etc.






Éstas han sido seis curiosidades, pero ¿cuántas nos quedan por descubrir? Muchísimas más. Recordad que:

“A lo largo de la vida nunca se deja de aprender”.

Por eso, preguntad, no dejéis de preguntar.